En el hígado, debido a
la polimerización de moléculas A1AT en el retículo endoplásmico rugoso
(RER) de los hepatocitos, se forman cuerpos de inclusión.
Éstos emiten señales de despolarización a la membrana mitocondrial que
libera citocromo-c para activar la cascada de las caspasas que
estimulan la apoptosis. Por otro lado, activan el factor citosólico de
transcripción, factor nuclear kappa B (FN-kB), que moviliza las
protein-cinasas para acelerar la velocidad del ciclo celular y así
contrarresta la actividad apoptótica de las caspasas.
Esta situación, con la participación de complejos mediadores proteicos
(Inflamasoma) que detectan señales de daño intracelular vía receptores
NOD, desencadena un desequilibrio entre apoptosis y regeneración
celular que puede conducir a la necrosis hepatocitaria, fibrosis,
cirrosis y eventual hepatocarcinoma celular.
El 99% de casos reportados sobre hepatopatías asociadas a déficit
AAT, son ZZ. En niños se manifiesta por colestasis intrahepática y en
adultos por hepatitis crónica o cirrosis hepática, con una frecuencia
del 3% en el desarrollo de hepatocarcinomas
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